Deshielo

Etiquetas

, , , ,

Y llegará un día en que el hielo deje de anidar en las hojas y en los corazones. La luz penetrará en lo más profundo derritiendo los cristales que se clavan como agujas lacerando los tejidos. Y con el agua que se forma retornará la vida, se nutrirán las raíces y las flores crecerán altas y fuertes para dar color al mundo, como lo dan los corazones que resurgen tras un invierno causado por el hielo del desprecio de los otros.

La puerta abierta

Etiquetas

, , ,

Voy a dejar la puerta abierta pues ya no temo que entren los ladrones. Hace tiempo que te lo llevaste todo. Lo pusiste todo patas arriba y lo dejaste vacío. 

Voy a dejar la puerta abierta para que entre el viento y arrastre las flores secas que dejaste morir en su jarrón. Quizás así la corriente también arrastre otras cosas ya marchitas que olvidaste en un rincón, las cenizas de un fuego ya extinto. 

Voy a dejar la puerta abierta pues ya no temo que entren los ladrones. Hace tiempo que te lo llevaste todo. Ya no tengo nada que perder.

Arcoíris

Etiquetas

, , , , ,

No, querido/a. Mi vida no es todo arcoíris y unicornios. A mí también me pasan cosas malas. Yo también siento dolor físico y me duele el alma cuando la gente me trata mal. Aunque no me queje ni haga aspavientos, yo también sufro, puede que incluso más que los que lo gritan a las cuatro vientos. Así que, de vez en cuando, acuérdate de mi no sólo cuando me necesites, aunque sabes que allí estaré. Acuérdate alguna vez de mí y piensa que tal vez sea yo la que te necesite, aunque sé que no estarás.

Ilusiones ópticas

Etiquetas

, , , , , , ,

La mente a veces nos juega malas pasadas, como en esos trucos de ilusiones ópticas que tanto nos gustan. Solo que a veces, no sabemos que es un juego, creemos que es real y en esos casos ya no es tan divertido. Y yo lo creí. Mi propia mente me engatusó y por un momento pensé que podía ser lo bastante buena, que esta vez la suerte estaría de mi lado y el premio sería para mí.

Pero toda ilusión acaba por desvanecerse y uno acaba viendo las cosas tal y como son, por doloroso que resulte. Y yo ya me he dado cuenta de que nunca estaré a la altura. Aunque supongo que siempre podré agradecer aquella sensación de felicidad, mientras duró el espejismo, por efímero que este fuera.

Los que cuidan

Etiquetas

, , , , , ,

Ya no está de moda cuidar a los demás, ni siquiera a aquellos que sí cuidaron de nosotros y que, en algún momento, necesitan que alguien cuide de ellos, aunque sea un día, un par de horas, o un par de minutos. No me refiero a cosas materiales o a solucionarles la vida con consejos magistrales ni a hacer las cosas que ellos podrían hacer por sí mismos. Me refiero, sencillamente, a acompañarles en sus malos momentos, a no permitir que se sientan solos, a cogerles de la mano (literal o figuradamente) y esperar a su lado que recuperen las fuerzas. Pero ahora no se permite desfallecer aunque todos sabemos que hasta el más fuerte, el más valiente, necesita ayuda de vez en cuando. Pero no, a los que siempre nos cuidan no se les permite, no se toleran quejas o lágrimas, da igual la carga que puedan estar soportando: la suya propia y la de todos los demás a los que acompañan. Ellos TIENEN que aguantar y hacerlo en silencio y en soledad, porque hasta aquellos que recibieron su apoyo, su cariño y sus cuidados, cuando cambien las tornas, les darán la espalda y les harán sentir que estorban, que molestan, que incomodan. Se requiere de paciencia, compasión y sacrificio para cuidar de otros y en los tiempos que corren no estamos para esas tonterías. Y por eso no está de moda. Cuidar no es de modernos. Cuidar es de los valientes que soportan tu carga cuando ellos apenas pueden tirar de la suya. 

Pero piensa en si tú alguna vez has sido cuidado de esa forma, si alguien te ha mirado a los ojos sin hablar y has visto que le dolía tu dolor; si te abrazaron tan fuerte que te costaba respirar; si te dijeron «no tienes que contarme nada, pero si quieres, estoy aquí para ti». Si alguna vez te ha pasado… eres afortunado porque nada es más valioso que nuestro tiempo y si alguien te lo dedicó sin pedirte nada a cambio, te regalaron lo único que no podemos comprar ni recuperar, y te lo entregaron a ti para apoyarte, para hacerte sentir mejor, para que no te sintieses solo o perdido. Piensa en esa persona y siéntete agradecido porque cada vez son menos y tú tienes la suerte de haberla conocido. Y sin aún la tienes cerca, recuerda que las personas que cuidan también sufren (de hecho, sufren mucho) y también necesitan que les cuiden de vez cuando, así que intenta devolverle algo de ese cuidado y abrázala, sin venir a cuento. O apriétale la mano, o el hombro, unos segundos sin que sepa por qué. Y te juro que lo que veas en su rostro, a poco que te fijes, te dirá lo mucho que lo necesitaba.

Despedida

Etiquetas

, , , , , ,

Qué difícil resulta marcharse de lugares a los que uno quiere, aunque creo que seríamos correcto decir «marcharse de personas a la que uno quiere», porque son las personas las que hacen de esos lugares algo especial. Y sobre todo, qué difícil es hacerlo cuando esas mismas personas han demostrado quererle a uno también.

La vida es un cambio constante y no aceptarlo no hace que deje de pasar y, más bien, resistirse a ello no hace sino empeorarlo todo. Además los cambios son una oportunidad para crecer, para demostrarnos a nosotros mismos de lo que somos capaces.

Pero dejar atrás a quien uno quiere (incluso cuando no se es correspondido), especialmente a a aquellos con los que hemos sufrido y reído, a aquellos que han soportado estoicamente nuestra peor cara, los que nos han sostenido cuando estábamos a punto de caer y que nos ayudaron a seguir adelante a pesar de tenerlo todo en contra… dejar atrás a esas personas viendo las lágrimas en sus ojos a través de mis propias lágrimas… qué difícil resulta.

Pero uno no se va nunca del todo si el recuerdo persiste en la cabeza y en el corazón. Y tengo la seguridad de que tarde o temprano volvemos a vernos, porque los corazones que se buscan siempre acaban encontrándose. Gracias por todo. ¡Hasta muy pronto!

Relojero / Watchmaker

Etiquetas

, , , , , , , , ,

Ojalá fuese relojero para tener el tiempo en mis manos. Para poder retroceder y volver al día en que te di el último abrazo aunque yo no sabía que ya no habría más. Y entonces no te soltaría, y te susurraría al oído lo mucho que te quería. Movería las manecillas hacia atrás para volver al día en que te miré y creí que siempre sería así, en el que estaba segura de que no te perdería. Jugaría con el tiempo para regresar al día que me diste un beso, me aprestaste fuerte la mano y yo sentí que yo también te importaba. Y entonces, metería el reloj en el congelador para detener el tiempo y no tener que abandonar nunca ese instante. O tal vez podría acelerar el tiempo, girando las agujas rápidamente hasta llegar al momento en el que esto deje de doler.

♠ ♠ ♠ ♠ 

I wish I was a watchmaker so I would have the time in my hands. I could go back to the day I hug you for the last time although I didn’t know it wouldn’t be more. And I wouldn’t let you go and I’d whisper you how much I’d love you. I would move the hands backwards to the day I looked at you and thought it would always be like that, when I was sure I would never lose you. I’d play with time to return to the day you kissed me, hold my hand and squeezed it and I felt I was important for you too. And then, I would put the clock into the freezer to stop the time so I didn’t have to leave that instant. O maybe I could speed up the time, spinning the hands quickly to the moment when this stops hurting.

Solo quiero / Only want

Etiquetas

, , , , , , , , ,

Y si solo quiero un rayo de sol que deshaga el hielo y aleje las sombras.

Y si solo quiero una flor que dure todo el invierno.

Y si solo quiero un fresa roja como tu boca que sepa a ti.

Y si solo quiero que el viento sople y se lleve todo lo que me hace mal.

Y si solo quiero no lo que no puedo tener.

♦ ♦ ♦ ♦ 

If I only want a ray of sun that melt the ice and move shadows away.

If I only want a flower that last the whole winter.

If I only want a strawberry red as your mouth that taste like you.

If I only want the wind to blow and take away all that hurts me.

If I only want what I cannot have.

La conversación

Etiquetas

, , , , , , , , ,

“¿Cuándo vas a entrar en razón?” “El mismo día que tú dejes de hacerme esa pregunta” respondió con voz cansada y con la mirada fija en los dibujos que formaba la espuma del espresso. “De verdad que no lo entiendo”. “Yo tampoco entiendo que sigas insistiendo, así que agradecería que dejaras el tema”, dijo, esta vez mirando a esos ojos que le devolvían una mirada de reprobación. Bebió lentamente un sorbo del humeante café. “Y estoy bien, gracias por preguntar”. “Si tú lo dices… Estás muy blanca”. “¿Te refieres en comparación con mi moreno caribeño habitual?”, ironizó. Por el rabillo del ojo registró el gesto de enfado que tan bien conocía: labios apretados formando un fina línea y alas de la nariz abiertas. “Si vamos a estar así toda la tarde, casi mejor me voy, que tengo mucho trabajo, mamá”. “Si a eso lo llamas trabajo…”. “Desempeño una tarea y a cambio recibo un sueldo. Básicamente es la definición de trabajo. Y además disfruto con ello”, añadió decidida a hacer estallar la bomba de una vez por todas y acabar lo antes posible con aquella tortura. “Hurgar entre las pertenencias de los muertos no es un trabajo, al menos no para una persona normal”. “Yo no soy una persona normal, ya me lo recuerdas bastante a menudo”, masculló entre dientes. “¿Qué has dicho? Sabes que no me gusta cuando farfullas”. “He dicho que Yo no hurgo. Busco, ordeno y clasifico objetos de personas que han fallecido, ahorrándole, en muchos casos, sufrimiento a sus familias… si es que la tienen”, añadió esto último para sí misma pensando en el último encargo que había recibido. Venía de las autoridades, a la espera de ver si encontraban algún familiar o heredero porque hasta ahora no había rastro de nadie y parecía difícil que apareciese. Era un caso bien triste, del que se habían hecho eco todos los medios locales e incluso alguno nacional. El cadaver de una mujer de unos sesenta años había sido hallado en su casa por pura casualidad. La investigación inicial había revelado que la muerte había acontecido por causas naturales pero eso habría tenido lugar al menos hacía un año, aunque nadie la había echado en falta en todo ese tiempo. Nadie, ni familiares ni amigos ni vecinos habían reparado en su ausencia. Nadie se dio cuenta de que no estaba, nadie pensó en ella. Qué paradoja estar conectados con decenas de personas durante las veinticuatro horas del día con personas que están incluso a miles de kilómetros de distancia mientras que, de la persona que tienes al lado, no conoces su historia, sus gustos, su nombre o si respira siquiera. ¿En qué momento se volvería tan solitaria?, se preguntaba. ¿O es que siempre fue así?¿Fue ella la que lo eligió o fueron la circunstancias más que le llevaron a tal aislamiento? Quizás entre sus cosas encontrase alguna pista de qué pasó en su vida hasta hallar la muerte en soledad. O tal vez no. ¿Cuánta gente podría haber en el mundo en esa misma situación? El tono crítico en la voz de su madre la devolvió a la realidad, en aquel café abarrotado, bullicioso, tan distinto a como debía haber sido la casa de aquella pobre mujer. “Pero podrías tener un trabajo de verdad. Mira qué desperdiciar tantos años de universidad de esa manera”. “Déjalo ya, mamá. El único desperdicio aquí es el tiempo que pasas intentando hacerme cambiar de opinión. Si al menos pudieras alegrarte al ver que dejé de ser una infeliz en un trabajando que me estaba matando poco a poco…”, dijo con verdadera pena. Le pareció ver un destello de culpa en aquellos ojos marrones que siempre parecían estar buscando el fallo en todo lo que miraban. Pero debió ser un reflejo de las luces del café, porque apenas sí duró un instante. “¿Qué tal sigue la tía?”, preguntó buscando desviar el tema por si, de esa manera, conseguía pasar un rato con su madre en cierta paz. “Pues no te vas a creer la última”, contestó esta, cogiendo aire para a continuación, despotricar de lo que fuere que hubiese hecho o dicho su hermana. Ella sonrió irónicamente para sus adentros, pensado que al menos ahora el objeto del actor de la lengua materna era otro. Y dando otro sorbo de café se dispuso a escuchar aquello tan horroroso que había escandalizado, para variar, a su madre. Aunque una pequeña parte de su mente seguía junto a aquella mujer solitaria a la que nadie echaba de menos y se preguntaba si ella misma no podría acabar así algún día.

La carta

Etiquetas

, , , , , , , ,

Hola.

Qué raro se me hace escribirte una carta sabiendo que nunca podrás leerla. Y aún así, con tantas cosas que quiero contarte, lo primero que se me ocurre decirte es que te echo mucho de menos. También me gustaría preguntarte cómo estás, si has podido dormir bien o qué comiste ayer. Pero ya no puedo hacerlo como lo hacía antes. Cuánto extraño hablar contigo durante horas, en cualquier momento del día incluso de madrugada, hablar de lo humano y lo divino, a veces riéndonos el uno del otro, otras compartiendo cosas más serias como cuando me contabas de ti, de tu vida y de tus sueños, de tus miedos, de tus penas y de tus alegrías, que también eran las mías. Cuánto echo de menos saber si eres feliz aunque sea lejos de mí. Porque ya no estás aquí. Te fuiste poco a poco, sin avisar, sin decir adiós, y creo que por eso duele tanto. Hubiese querido saber que aquel abrazo sería el último, saber que ya no podría volver a decirte que te quiero. Porque yo te sigo queriendo igual, aunque no te busque, aunque no te escriba ni te llame. Sigo pensando en ti. Porque hay pocas cosas tan difíciles en la vida como la duda: si esperar un poco más o rendirse. Aunque en el fondo yo ya sé que todo está perdido y es hora de bajar los brazos. Porque ya di todo que tenía que ofrecer (que quizás no era mucho, pero era todo lo que yo tenía), porque me vacié y lo hice lo mejor que supe y aún así no fue suficiente, ni fui lo bastante buena… excepto cuando necesitaste mi ayuda, que siempre la tuviste. Tampoco me importa. La verdad es que lo volvería a hacer una y mil veces si fuera necesario. Pero ahora estoy exhausta, y por cada paso que doy, tú retrocedes dos, y ahora entiendo que nunca te alcanzaré. Por eso debo dejarte ir, no porque no te quiera si no porque te quiero tanto que te doy mis alas para que vueles alto y libre, como siempre has querido. Te doy mis alas porque yo ya no las necesito, me quedé sin fuerzas de tanto batirlas para llegar a ti. Ahora tengo que descansar y cuidar de mí, como un día lo hice por ti. Eso fue lo más bonito, sentir que podía cuidar de ti, que confiabas en mí y que te sentías en paz y a salvo conmigo. Aunque debo reconocer que me hubiese gustado sentir que era mutuo. Alguna vez me pareció creer que de verdad te importaba pero sé que si alguna vez fue así, ahora ya no. Y esa es otra razón por la que te tengo que soltar. Nunca me gustó estar donde no soy bien recibida y tú ya no te alegras de verme o de escucharme, si es que alguna vez fue así (me gustaría creer que sí). Así que te escribo esta carta porque no tengo valor para decirte todo esto mirándote a los ojos, aunque tú ya sabes que en el fondo siempre he sido muy cobarde, tanto que esta carta no llegará jamás a ti. En realidad no está pensada para que tú la leas, tan solo es un intento (bastante inútil) de procesar tu pérdida, de convertir por fin en real algo que ocurrió hace ya tiempo pero que duele tanto que no se quiere admitir. Porque te quise, te quiero y aún te querré durante un tiempo. Pero quizás más adelante, las heridas sean solo cicatrices, quizás sean solo el recuerdo de algo que ya pasó. Quizás con el tiempo pueda pensar en ti sin que las lágrimas inunden mis ojos, sin que sienta que el corazón pesa como el plomo. Quizás pueda pensar en ti y sonreír sin más. algún día, cuando muera toda esta pena. Pero mientras tengo que decirte adiós y respetar esa distancia que me pides sin decirlo, aunque no lo quieras reconocer. Aunque las palabras que quisiera decirte y no te diré me quemen la lengua, callaré y me iré. Quizás algún día pueda decirte lo mucho que te quise, lo importante que fuiste para mí, sin que se me quiebre la voz. Ojalá seas muy feliz, ojalá que tus sueños se hagan realidad y recibas todo lo bueno que mereces. Como decía Bukowski «recuerda que buscar y pensar son cosas diferentes, que yo te pienso todos los días aunque no te busque». Y aunque yo te eche de menos como nunca nadie podrá adivinar, ya no me quedan fuerzas para seguir buscándote. Así que aquí te digo adiós. Que la vida sea buena contigo y te traiga todo lo bueno que mereces. Me hubiese gustado poder compartirlo contigo.