Hola.
Qué raro se me hace escribirte una carta sabiendo que nunca podrás leerla. Y aún así, con tantas cosas que quiero contarte, lo primero que se me ocurre decirte es que te echo mucho de menos. También me gustaría preguntarte cómo estás, si has podido dormir bien o qué comiste ayer. Pero ya no puedo hacerlo como lo hacía antes. Cuánto extraño hablar contigo durante horas, en cualquier momento del día incluso de madrugada, hablar de lo humano y lo divino, a veces riéndonos el uno del otro, otras compartiendo cosas más serias como cuando me contabas de ti, de tu vida y de tus sueños, de tus miedos, de tus penas y de tus alegrías, que también eran las mías. Cuánto echo de menos saber si eres feliz aunque sea lejos de mí. Porque ya no estás aquí. Te fuiste poco a poco, sin avisar, sin decir adiós, y creo que por eso duele tanto. Hubiese querido saber que aquel abrazo sería el último, saber que ya no podría volver a decirte que te quiero. Porque yo te sigo queriendo igual, aunque no te busque, aunque no te escriba ni te llame. Sigo pensando en ti. Porque hay pocas cosas tan difíciles en la vida como la duda: si esperar un poco más o rendirse. Aunque en el fondo yo ya sé que todo está perdido y es hora de bajar los brazos. Porque ya di todo que tenía que ofrecer (que quizás no era mucho, pero era todo lo que yo tenía), porque me vacié y lo hice lo mejor que supe y aún así no fue suficiente, ni fui lo bastante buena… excepto cuando necesitaste mi ayuda, que siempre la tuviste. Tampoco me importa. La verdad es que lo volvería a hacer una y mil veces si fuera necesario. Pero ahora estoy exhausta, y por cada paso que doy, tú retrocedes dos, y ahora entiendo que nunca te alcanzaré. Por eso debo dejarte ir, no porque no te quiera si no porque te quiero tanto que te doy mis alas para que vueles alto y libre, como siempre has querido. Te doy mis alas porque yo ya no las necesito, me quedé sin fuerzas de tanto batirlas para llegar a ti. Ahora tengo que descansar y cuidar de mí, como un día lo hice por ti. Eso fue lo más bonito, sentir que podía cuidar de ti, que confiabas en mí y que te sentías en paz y a salvo conmigo. Aunque debo reconocer que me hubiese gustado sentir que era mutuo. Alguna vez me pareció creer que de verdad te importaba pero sé que si alguna vez fue así, ahora ya no. Y esa es otra razón por la que te tengo que soltar. Nunca me gustó estar donde no soy bien recibida y tú ya no te alegras de verme o de escucharme, si es que alguna vez fue así (me gustaría creer que sí). Así que te escribo esta carta porque no tengo valor para decirte todo esto mirándote a los ojos, aunque tú ya sabes que en el fondo siempre he sido muy cobarde, tanto que esta carta no llegará jamás a ti. En realidad no está pensada para que tú la leas, tan solo es un intento (bastante inútil) de procesar tu pérdida, de convertir por fin en real algo que ocurrió hace ya tiempo pero que duele tanto que no se quiere admitir. Porque te quise, te quiero y aún te querré durante un tiempo. Pero quizás más adelante, las heridas sean solo cicatrices, quizás sean solo el recuerdo de algo que ya pasó. Quizás con el tiempo pueda pensar en ti sin que las lágrimas inunden mis ojos, sin que sienta que el corazón pesa como el plomo. Quizás pueda pensar en ti y sonreír sin más. algún día, cuando muera toda esta pena. Pero mientras tengo que decirte adiós y respetar esa distancia que me pides sin decirlo, aunque no lo quieras reconocer. Aunque las palabras que quisiera decirte y no te diré me quemen la lengua, callaré y me iré. Quizás algún día pueda decirte lo mucho que te quise, lo importante que fuiste para mí, sin que se me quiebre la voz. Ojalá seas muy feliz, ojalá que tus sueños se hagan realidad y recibas todo lo bueno que mereces. Como decía Bukowski «recuerda que buscar y pensar son cosas diferentes, que yo te pienso todos los días aunque no te busque». Y aunque yo te eche de menos como nunca nadie podrá adivinar, ya no me quedan fuerzas para seguir buscándote. Así que aquí te digo adiós. Que la vida sea buena contigo y te traiga todo lo bueno que mereces. Me hubiese gustado poder compartirlo contigo.